IONISATION: LO AUDITIVO DESDE LO VISUAL

Ionisation, una muestra curada por el artista Cristián Silva para la Galería XS, reúne 18 obras que abordan el mundo auditivo desde una perspectiva visual. El día de la inauguración, estas propuestas visuales se contrapusieron a un concierto/performance colectivo en el jardín de la galería, en el que cada artista participante propuso su formato de sonido. El dibujante Diego Lorenzini, uno de los artífices de Uva Robot (“un sello chileno de canciones raras hechas por gente común”) tocó junto a los artistas Cristián Silva (batería-guitarra), Joe Villablanca (voces-guitarra) y Rodrigo Galecio (bajo) en lo que fue un show inédito, marcadamente experimental. Silva planteó su propuesta curatorial desde dos puntos de partida. Por un lado, aludiendo al concepto físico-químico que supone un estado de disociación de la materia en iones o cargas positivas/negativas, y por el otro, desde la re-utilización del título de la pieza homónima del músico Edgar Varese, en la cual intenta mezclar el mundo docto de instrumentos acústicos con los aspectos más experimentales, electrónicos y conceptuales de la vida contemporánea. Conversamos con Cristián Silva sobre la concepción de esta muestra, que podrá verse hasta el 25 de abril. 


¿Cómo planteaste la curatoría? 

Se planteó como una pichanga, como se organiza un asado, una comida o una reunión. Está el lugar, está el grupo de personas, hay una cierta línea conductora y veremos que sale de ello. Les dí un par de coordenadas a los artistas por donde creí que podía ir, pero en general, hubo libertad para que ellos propusieran lo que quisiesen. Habían algunas obras que ya existían, y que yo les sugerí que fueran utilizadas para la muestra, otras que sufrieron alguna reformulación o simplemente crearon propuestas completamente nuevas. En ese sentido hay artistas que prefieren trabajar con cosas que ya existen, y otros que se emocionan con el desafío de un nuevo escenario. Esta curaduría está planteada como un encuentro de sensibilidades, una comunión de diferentes maneras de llevar a la visualidad el sonido. Principalmente, como una experiencia sensorial. En el caso de las propuestas auditivas, éstas se plantearon como música experimental, electrónica y electroacústica, y en otros casos como música popular. Esto ofrece un rango bien amplio, desde sonidos o ruidos incomprensibles, crípticos, hasta la posibilidad de presentar una cumbia. De alguna manera, lo que me interesó fue revisar cómo los artistas que habitualmente trabajan con sonido o con música pueden traducir todo eso a la visualidad. Hay artistas que están acostumbrados, ya que lo han hecho siempre, como la Elisita Punto, Félix Lazo o Diego Lorenzini. Artistas que trabajan paralelamente el sonido –música– visualidad, cruzando estos caminos todo el tiempo. En cambio, hay otros a los que se les hizo más complicada la tarea, lo cual también supone que les abrió un campo fértil para explorar. Pero en general cada uno de los artistas participantes está llenando un nicho o una manera de proceder. Por ejemplo, Ivo Vidal no trabaja habitualmente con sonido, pero si alude a él y a la música desde una perspectiva cultural, lo cual se manifestó en la performance que realizó en vivo el día de la inauguración, a través de unas declamaciones con un megáfono como ejercicios de dicción para superar la dislalia. 

¿Cómo relacionas tu propuesta con el título Ionisation? 

Tiene que ver evidentemente con el la obra de Varese; hace unos cinco años hice un grabado con los instrumentos que participan en esa obra, que creo son alrededor de cuarenta, incluyendo un gong, tambores de la infantería francesa del siglo XVIII, dos yunques, sirenas de emergencia, un rugido de león, un triángulo, entre otros. La idea original era entonces que ese grabadito diera nombre a la muestra, y que estuviera en ella, pero después lo olvidé completamente y al final no apareció. En general, en mi trabajo como curador tienden a partir todas mis exposiciones, es decir, trato de armar una curaduría como un espacio ideal en el que pueda incluir mis trabajos, sobre todo aquellos que no caerían en ningún lugar y que rara vez son considerados… Es decir, me doy la pega de armar una exposición para que estos trabajos tengan su casa durante un rato. Obviamente, con el proyecto ya en marcha, con los artistas ya participando y motivados, empieza a surgir una dinámica que le empieza a dar vida propia al proyecto. En el caso de esta exposición, el título también guarda relación con la agrupación y disgregación que sucede en el mundo artístico. Por lo mismo me interesa crear pequeñas fisuras, junturas y alianzas, invitando a exponer a artistas que jamás se habían topado unos con otros, por diferencias de intereses o porque simplemente no les había tocado trabajar juntos.

¿Cómo relacionas la muestra con tu trabajo personal?

Yo creo que tiene que ver con una voluntad de exploración de diferentes medios, diferentes áreas y diferentes estados de ánimo. Siempre me ha complicado y me ha parecido sospechoso quienes son capaces de trabajar en la misma línea, con los mismos medios eternamente, y me parece dudoso y además terrible que eso sea tan valorado. Por ejemplo, “fulanito lleva 60 años pintando números, ¿Increíble, no?”… me parece tristísimo eso. Creo que las variantes de trabajos que participan en esta colectiva son muy diferentes, y la verdad es que yo me siento súper identificado con cada uno de esos lenguajes. Creo que esa es una de las razones por la cual esta exposición funciona como creo que funciona. Como una especie de coherencia dentro de lo caótico. Mi trabajo personal intento plantearlo así también, con esa flexibilidad. 


¿Cómo te familiarizas con el término de artista sonoro?

No me siento muy cómodo cuando escucho esos términos… artista sonoro, artista multimedia… yo creo que esos nombres suenan muy onderos, pero creo que cumplen una función etiquetante para hacerlos más viables comercialmente. En general, me complica esa noción de casarse con algo que ya está preestablecido, con sus códigos, leyes y dogmas. Yo creo que el artista debiera -ojalá- plantear su propio camino en lugar de aspirar a formar parte de una tribu. En este sentido todos los artistas participantes en Ionisation son bastante inclasificables. Por ejemplo, se podría decir que Rainer es un artista sonoro, claro, pero a la vez no, su investigación es más compleja que la denominación artista sonoro. 

¿Qué impresión crees que ha quedado tras días de la inauguración? 

El otro día me topé con gente que había ido a la exposición sin conocer ni el título, ni de que trataba el tema central, y me dijeron “no caché nada, pero había una vibra rara”… y fíjate que yo con eso quedo tranquilo. Hay un aspecto que creo que corre de forma subterránea, que tiene que ver con cómo se relaciona una obra con otra. Algunos reclamaron diciendo “no se deja respirar los trabajos, se observa uno, pero no se puede dejar de ver el otro”, y eso a mi me parece perfecto, eso es lo que me interesa, la vibración, la interferencia, los chirridos que se producen en la distancia entre uno y otra obra. Yo creo que en muchos casos resulta conveniente tener trabajos vecinos pegados, se potencian las identidades y en otros casos se apoyan el uno al otro. Estamos muy agradecidos de la galería XS y de Anita su directora, ya que ha abierto este lugar con la voluntad de experimentar, muy generosamente, y sin limitarse por los aspectos comerciales o no-comerciales de las obras. Creo que ese apoyo es fundamental -y ejemplar- a la hora de realizar trabajos de este tipo. 

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